
El 31 de Octubre, por muchas razones, lo conocemos como "el día de los 
brujitos".

Este día, siempre, siempre, lo esperar niños y adultos para salir a la calle.

Con mascaras, con disfraces muy o poco elaborados, con 
alegría de ser otra cosa 
así sea solo por un día.

Y como nosotros ya estamos muy grandes, o muy 
frikies como para disfrazarnos, decidimos salir con un paquete de confites y nuestras 
camaras a la calle donde vivo: La carrera 68, en la comuna 
noroccidental de 
Medellín.

La calle estaba llena de niños, de 
triqui triqui, de mamás cansadas, de papás sonriendo lo suficiente como para decir que estaban felices.

Cualquier disfraz. Cualquier edad.

A veces solo una actitud, el combo de amigos, y un maquillaje hacen que la magia este con uno.


 Reímos
Reímos, nos sorprendimos, nos divertimos como niños.
Pero 
también, como digo yo, a 
propósito de todo, y 
ah, del parque de 
Juanes, salimos con una misión, con un mensaje.








Niños, niñas, adultos, las princesas, los villanos, los 
superheroes, los 
policías, todos, todos, queremos la bendita paz.

Todos queremos un país 
mágico para vivir, para soñar, para pedir dulces.