Una tarde de fin de semana. Medellin. Todo inicia en la estación del Metro de San Javier, hasta llegar a la Aurora, arriba llegando a Pajarito y San Cristobal, en el occidente.
El Metrocable se va volviendo otro de esos símbolos de Medellín de los que la gente empieza a hablar. Ya no es el Coltejer, ni el metro, ahora serán los cajoncitos voladores y espías que atraviesan miles y miles de casas por las montañas de este valle.
Los fines de semana se hace fila muy larga para conocer el Metrocable. Eso dice uno,
Se empieza a ver la ciudad desde arriba,
Preguntarse en esos 5 metros cuadrados quien es el del lado que habla todo el tiempo sobre lo que va viendo,
o esperan una foto
O se queda callado pensando,
El Metrocable hace que uno vea esta ciudad de otra forma… que a veces vea otra ciudad, y la de siempre como lejos
Es como un espía, de cómo vive la gente. Una vitrina para ver lo real que es la ciudad, pero que esa realidad esta llena de bellezas...
De bellezas reales.
Pensar que la ciudad tiene una doble moral. Que ojala estos sueños cumplidos, traigan al final una vida mas digna, mas digna que un Metrocable.
