
Iba en carretera, donde las línea amarillas marcan las curvas y las rectas marcan el camino.

Un terreno abandonado, al lado el camino, rastros y ruinas de lo que fueron alguna vez, casas.

Por esos años en los que la autopista Medellín-Bogotá estaba controlado por algún frente de alguna guerrilla.

Y los que vivían en esas casas se fueron por la violencia, o igual no tenían con que sobrevivir pues su negocio al lado del camino ya no sería útil para sobrevivir.

Me gustan las ruinas, me dan historias y silencios,
Me dan visiones y colores,

Y luego hay que seguir la carretera, hasta que se vea el ultimo rayo de luz.