martes, 22 de diciembre de 2009

Ciudad Circo

Esta ciudad donde vivimos, que es un circo completo.

El mismo semáforo, otros malabaristas.

Yo soy Martín

Que ese no es el número, nos dijo. Pero Martín aun rueda y hace mandados en el barrio el Velódromo.

Dejamos Bogotá

Un taxi que vale millones desde la casa hasta la Terminal. Esa Bogotá aparatosa, gigante, bullosa, desordenada se queda en la memoria, en los recuerdos. Nos volvemos para la provincia, a nuestro pueblo.

Ya en un bus para casa. La ventana nos da para ver cosas, gente, colores...

El frío afuera, y nosotros con una película mala y con aire acondicionado.

Bajar, subir, muchos paisajes, mucho carro.

Cae la tarde, y mis ojos se cierran.

domingo, 20 de diciembre de 2009

El Septimazo

En pleno `Septimazo´, disfrutando la calle con mucha gente más.

Es agobiante, para el que le gusten las soledades. Pero es elegante, para los que nos gusta `las colombianadas´.


Y en todos lados hay mensajes que leer.

Bogotá, en plena Semana Santa.

En la Plaza Bolívar

Estar en la Plaza Bolívar, es una linda sensación. Para los cuatro puntos cardinales tenés historia y presente.

Bonita la Catedral.

Creo que es un nuevo palacio de Justicia. Porque el otro se perdió en la toma del M-19. Imponente.

En la mitad del Parque, una nueva adquisición de la Poli. Y ¡pam! foto de turista.

Como es la Plaza de Bolívar, el man tiene que estar en algún lado. En la mitad, con palomas que lo cagan, y un montón de personas esperando ó hablando con su conocido. A sus espaldas, el congreso.

Y la fachada de la Alcaldía de Bogotá, llena de desplazados.

Y si miras para los techos, veras amigos.

sábado, 19 de diciembre de 2009

El 20 de Julio en Semana Santa

En medio de un sol filtrado por las nubes de los 2600 metros a nivel del mar que está Bogotá, leímos algunas palabras.

Vimos una ceremonia distinta a las que habíamos visto en nuestra corta vida de pueblo, de barrio de ciudad.

Un fervor hasta bonito.

Mucha, pero mucha gente. 2 mil personas? Tal vez más.

Todos salimos a la calle a celebrar la Semana Santa. Y lo más elegantes que se pueda.

Todos buscamos algo que llevarnos del 20; una estampita, o un escapulario.

Los contrastes, las felicidades, las tranquilidades en una solo foto.

Escenas bellisimas de gente rezando. Hasta me dieron ganas de hacerlo nuevamente. Pero nada, solo guarde silencio, camine despacio.

Velas que se encienden al echarles una moneda. Hasta se le pierde la gracia de ofrecer una velita. Ya es una cosa virtual.

Siempre creí que el divino niño era grande. Me equivoque, es pequeño, es niño, es un pequeño altar.

Yo reinare. Eso es una buena promesa.

Adentro en la Iglesia, los creyentes hacían sus estaciones de oración. Volvían a caminar lo que caminó Jesús.

Muchos. Colombianos, gringos, familias, solitarios.

Afuera, en un patio alterno, hay altares para orar.

Ana María miró la cámara, y la Virgén también. Todos quieren salir en este blog.

Desde la entrada hay fotógrafos y arte religioso.

La Plaza del 20 de Julio en Bogotá es amplia, con escaleras para uno sentarse a comer, y con un aire que permite que los niños corran hasta cansarsen por toda la plaza, y los adultos hasta que el sol los queme y se acabe la plata.

Y claro, la típica foto por la que te cobran 2500 o 3000, nosotros mismos nos la tomamos.

Caminamos hasta el 20 de Julio para ir a otros espacio de Bogotá que no conocemos, que no sale en la TV, y que es dramático (de dramatizar) y fotográfico (de bonito) y urgente (como tema social).

Ese 20 de Julio que de una me recuerda las novelas que nos vimos cuando niño, que comenzaron a mostrar la clase baja. Claro, con arquetipos, porque eran otros tiempos, pero que bonito, igual a "Don Chinche", o a "Romeo y Buseta", o hasta más acá, las cosas de "Neron Naverrete".

Esa Bogotá que nos da duro con el clima, las distancias, y hasta la misma gente nos la hace difícil. Igual, hay que trabajarla, y conocerla.

Ventero en La Candelaria

Caminandito, caminandito, vamos en círculos encontrando ojos que nos miran.
La Candelaria en Bogotá, 2009.

A Bogotá

Salíamos de Medellin por la autopista norte, y a orilla de la carretera y por la ventana ibamos viendo mundo. Comprando fresas una tarde.

O esperando el bus. O cruzar la calle.

Los cultivos del oriente antioqueño, que adornan las montañitas, que parecen colchas de retazos,

O ya en el calor, en un pueblo de carretera...

Y los caseríos y los viejos viendo pasar la tarde, viendo los carros pasar.

Los camiones parqueados,


Y como siempre la gente esperando transporte. Así es viajar en carretera hasta cualquier parte en Colombia, esta vez a Bogotá.