En medio de un sol filtrado por las nubes de los 2600 metros a nivel del mar que está Bogotá, leímos algunas palabras.
Vimos una ceremonia distinta a las que habíamos visto en nuestra corta vida de pueblo, de barrio de ciudad.
Un fervor hasta bonito.
Mucha, pero mucha gente. 2 mil personas? Tal vez más.
Todos buscamos algo que llevarnos del 20; una estampita, o un escapulario.
Los contrastes, las felicidades, las tranquilidades en una solo foto.
Escenas bellisimas de gente rezando. Hasta me dieron ganas de hacerlo nuevamente. Pero nada, solo guarde silencio, camine despacio.
Velas que se encienden al echarles una moneda. Hasta se le pierde la gracia de ofrecer una velita. Ya es una cosa virtual.
Siempre creí que el divino niño era grande. Me equivoque, es pequeño, es niño, es un pequeño altar.
Yo reinare. Eso es una buena promesa.
Adentro en la Iglesia, los creyentes hacían sus estaciones de oración. Volvían a caminar lo que caminó Jesús.
Muchos. Colombianos, gringos, familias, solitarios.
Afuera, en un patio alterno, hay altares para orar.
Ana María miró la cámara, y la Virgén también. Todos quieren salir en este blog.
Desde la entrada hay fotógrafos y arte religioso.
La Plaza del 20 de Julio en Bogotá es amplia, con escaleras para uno sentarse a comer, y con un aire que permite que los niños corran hasta cansarsen por toda la plaza, y los adultos hasta que el sol los queme y se acabe la plata.
Y claro, la típica foto por la que te cobran 2500 o 3000, nosotros mismos nos la tomamos.
Caminamos hasta el 20 de Julio para ir a otros espacio de Bogotá que no conocemos, que no sale en la TV, y que es dramático (de dramatizar) y fotográfico (de bonito) y urgente (como tema social).
Ese 20 de Julio que de una me recuerda las novelas que nos vimos cuando niño, que comenzaron a mostrar la clase baja. Claro, con arquetipos, porque eran otros tiempos, pero que bonito, igual a "Don Chinche", o a "Romeo y Buseta", o hasta más acá, las cosas de "Neron Naverrete".
Esa Bogotá que nos da duro con el clima, las distancias, y hasta la misma gente nos la hace difícil. Igual, hay que trabajarla, y conocerla.
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