Llegamos a
Moravia en una tarde de color negro.
Los habitantes del barrio estaban ahí, y los turistas también.
Moravia estaba esperando un concierto.
Muy bonitos los colores, las canciones dan tremenda energía, la gente es pura felicidad.
El sonido, una mierda, pero ese comentario en un fotoblog como que sobra.
Cada ritmo traía una letra, y me iba enterando de problemas y fortuna de la raza afrocolombiana.
Era la semana (creo) de la afrocolombiandidad en medellín.
Una chimba de concierto. Bailamos como blancos, escuchamos como negros.
No fuimos para la casa, con el sabor adentro, y la mente imaginando.
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