miércoles, 17 de junio de 2009

Retros

Recuerdo que cuando estaba pequeña mi hermano tenia una retroescavadora pequeña de juguete verde limón. Ya grande tengo una obsesión por esas máquinas que destruyen todo en unos minutos, que suenan como un terremoto y que tienen colores brillantes que sobresalen entre el polvo.

Aquí siempre ha habido un parqueadero con maquinas y camiones parqueados, abandonados, esperando.


Y en medio de un atardecer amarillo fui hasta allá por la regional, al lado del gigante edificio de bancolombia, a contemplar desde la reja las máquinas que ahora solo son latas adormiladas, esperando ser usadas en sus miles de caballos de fuerza.


Son máquinas chinas, taiwanesas, japonesas. Perros de latón gigantes con botones y palancas, señas y letreros, indicaciones y peligros.




Parecen muertas, abandonadas, como de tiempos ancestrales y que ahora no tienen ningún uso. Pero la verdad solo esperan ser usadas, un contrato, un inversionista, un constructor-destructor. Estas maquinas destruyen casas, barrios, montañas, contruyen vías y edificios. Máquinas de lo que nos vendieron como progreso.

No hay comentarios: