Desde el balcón la vimos, iluminada,
puntiaguda, blanca.
Teníamos que ir.

Y mientras los accidentes, y los chismosos, y los carris, bajamos caminando cuadras desconocidas, oscuras, hasta silenciosas.
Olía a comida y a soledad.



Una iglesia bonita.
Bonitisima. Queda en el barrio
Manrique,
masomenos en la calle 77 con la 46, por ahí.
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