Desde el balcón la vimos, iluminada, puntiaguda, blanca. Teníamos que ir.
Y mientras los accidentes, y los chismosos, y los carris, bajamos caminando cuadras desconocidas, oscuras, hasta silenciosas. Olía a comida y a soledad.
Una iglesia bonita. Bonitisima. Queda en el barrio Manrique, masomenos en la calle 77 con la 46, por ahí.
jueves, 18 de junio de 2009
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