Tomar un taxi. Coger la NQS. Por las grandes y amplias calles. Los puentes, las avenidas. Del Norte hasta el sur.
Ver los grafos sobre los muros desnudos que dejan la construcción de esas avenidas. Colores muy bogotanos, grises y más.
Y llegar a las laderas, hasta donde se ve la tierra amarilla, el adobe amarillo, y hasta el cielo azul. Otra ciudad.
Esa Sabana inmensa, esas nubes grises haciéndole juego al cemento.
En Bosa. La plaza de mercado.
Vendedor de frutas y ruana. Esperando, la vida y los días.
Y en el parque un helado, a pesar del frio, y colores radioactivos.
En las avenidas principales muchos negocios, fijos y ambulantes.
Y al final, la lluvia capitalina. Bosa, otros colores, otra Bogotá, más folclorica, más local.
1 comentario:
no era una mula la que esperaba era una burra..o
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