El niño me pregunto para qué le tomaba fotos. Yo le conté el por qué. Y me dijo "Ahhh".
Y, mientras las fotos, y las caras que me miraban, pille a una señora que subía por la loma.
Y pudo subir hasta donde vendían los mangos, y se recosto en la pared, y tomando aire, mientras yo guardaba mi cámara, me miro con sospecha, y dijo: "usted es de los que toma fotos para joderlo a uno".
No me sorprendió la desconfianza del niño, era su negocio, sus mangos, de pronto pensó que haría cosas malas. Pero la seño no tiene nada que perder, qué de malo puedo hacer con fotos.
Me comí una cascara del mango, y le dije que yo no era de esos. Que yo "tomo fotos de cosas bonitas, para subirlas a internet, y que la gente las mire".
Y seguí mi camino.
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